La Danza de los Chicahuales
Alteridad y Sincretismo de
las danzas de conquista y evangelización
Por César Martínez Peres
En muchas ocasiones se ha señalado por parte de
personas de diferentes ámbitos en la comunidad, que no es correcto señalar a la
escenificación de los Chicahuales como una danza. Los mencionados expresan que
el término de danza es únicamente aplicable a los matlachines o matachines y
que el término se debe específicamente a las evoluciones dancísticas en las que
sobresale un baile vigoroso y dinámico, caracterizado principalmente por las
fuertes pisadas que los señalados
realizan en sus presentaciones.
El término de danza no es exclusivo
de ensambles coreográficos, va más allá de lo establecido y se relaciona con
diversas situaciones de la vida y de diferentes momentos históricos de la
humanidad. El caso específico que hoy interesa es el relacionado con los
instrumentos de conquista y evangelización que los españoles, por medio de los
frailes y sacerdotes cristianos
utilizaron en su incursión en el nuevo
mundo desde su descubrimiento en el año de 1492.
Son dos las principales
manifestaciones y sus respectivas variantes las que apoyaron el desarrollo
conquistador y colonizador de los españoles en su afán de expansivo de su
territorio: Las danzas de Moros y Cristianos provenientes de Europa y las
danzas de guerra de los indígenas nativos, mismas que, fueron apreciadas por
los ibéricos en su arribo a Tenochtitlan.
Las danzas de Moros y Cristianos que
posee una vertiente teatral, es la escenificación de la guerra entre musulmanes
y españoles por la reconquista de España, misma que se caracteriza por la presencia
de dos bandos antagónicos que representan el bien y el mal.
Esta representación se arraigó profundamente en
Mesoamérica con su respectiva adaptación al territorio y fue utilizada como un
instrumento de evangelización y dominio, ya que, infundía en los indígenas el
suficiente temor por el poderío de lo sobrenatural representado por Santo
Santiago quien encabezaba el bando de los cristianos, los cuales, en el caso
mencionado eran caracterizados por los conquistadores quien con el apoyo de su
guía lograrían imponerse a todo aquel adversario que se posara en su camino, en
tal caso los indígenas nativos.
En el caso señalado se habla de un sincretismo
cultural impuesto por los europeos con el fin de que los pueblos dominados y en
proceso de dominio, asimilaran en la mayoría de los casos de manera forzosa los
aspectos que presentaba su instrumento de conquista y evangelización.
Posteriormente esto se convirtió en una manifestación cultural arraigada al
lugar en que inicialmente se presentó, convirtiéndose así en patrimonio
cultural de cada región en que esta se estableció.
Las danzas de Moros y Cristianos tienen muy diversas
acepciones en México, pero todas ellas tiene el mismo simbolismo pero los
personajes secundarios en la mayoría de los casos son cambiados de acuerdo a
los regionalismos o sentido de la representación, pero el personaje principal
que es Santo Santiago prevalece. De acuerdo a los regionalismos podemos
encontrar que Santiago adopta diferentes nomenclaturas entre ellas: Santiago
Matamoros, por su historia original y Santiago Mata indios, por su adaptación a
las regiones indígenas de América.
Por otra parte, es importante señalar que las danzas
de guerra de los nativos de Mesoamérica, fueron utilizadas por los
conquistadores adaptándolas también como en el caso anterior a los fines
evangélicos y de colonización de los habitantes del nuevo mundo.
En este caso, a la llegada de los españoles, estos
observaron que los nativos danzaban para honrar y venerar a sus dioses, los
cuales, eran representados por los elementos de la naturaleza.
Al darse cuenta del gran respeto que ellos tenían por
los aspectos naturales y su total afinidad con los mismos, se estableció una
relación de alteridad entre los objetivos que tenían planteados los
colonizadores y la arraigada cultura de los naturales, de manera que se
adaptaron a las danzas existentes aspectos y personajes del cristianismo con el
objetivo de lograr el fin deseado.
Los conceptos de sincretismo y alteridad nos brindan
la oportunidad de diferenciar entre las danzas de conquista y las danzas de
guerra adaptadas. El sincretismo se refiere a las danzas de Moros y Cristianos
o Morismas, las que se aprecian en diferentes regiones de México, entre ellas:
Jardineros, Pichilíngues y Cristianos, Tocolines, Moros y Moritos, Santiagos y
Olmecas, Santiagueros y Alchileos, Los
Tastoanes y el caso muy en particular que motiva este escrito, los Chicahuales
de Jesús María, Aguascalientes.
Por su parte el concepto de alteridad se refiere a las
danzas de guerra adaptadas, mismas que, representan hoy en día una tradición
cultural en la mayoría de los estados
de la república mexicana. Sus principales variantes son: Danza de Conquista,
Danza Azteca, Danza de la Pluma y Danza de los Matlachines en Aguascalientes y
regiones aledañas.
Por lo
anteriormente señalado se concluye que las manifestaciones de conquista y
evangelización utilizadas por los ibéricos en su incursión por América si pueden
ser nombradas danzas, con la diferencia que unas son danzas teatrales con parlamentos o sin ellos
y las otras danzas ceremoniales con
movimientos dancísticos, pero en ambos casos el fin fue el mismo:
La evangelización y conversión de los nativos de
Mesoamérica.
Martínez G J. Natividad. Memorias de un
Comunero. Jesús María de mis Dolores
http://www.danzasmexicanas.com/por-estados/aguascalientes/#3